A mi la palabra “punto”
me tiene tan trastornado
con tanto significado
que ya casi ni pregunto.
Aunque es, según barrunto,
el de más aceptación
el signo de puntuación
que en los textos se rubrica:
círculo ínfimo que indica
el final de una oración.
Y en tráfico –y sus asuntos–
para que los conductores
no fueran tan infractores
se inventó el “carnet por puntos”.
Luego están los “contrapuntos”
de la décima sonora.
Y asimismo el “punto” aflora
como marca en la escritura
detrás de una abreviatura,
como en Sr. o en Sra.
Y está el punto matemático
que es el de multiplicar.
O decimal. O escalar:
el punto más problemático.
Todo punto es algo errático,
eso nadie se lo quita.
Punto y coma. Punto y cita.
Dos puntos. Puntos activos.
Y los puntos suspensivos
de una secuencia infinita.
Pero está el “punto cubano”
o también “punto guajiro”
(el arte que tanto admiro
y practico desde enano).
Y el “power point” (tan a mano).
Y el “punto de cadeneta”.
y el “meeting point”, punto o meta
de encuentro en los aeropuertos.
Todos son puntos muy ciertos
y… “en su punto”(la chuleta).
Pero por lo que yo sé
no hay un punto –estoy seguro –
que nos ponga en más apuros
que el famoso “punto G”.
Hoy les reconoceré
(confesarlo es necesario)
que por su búsqueda a diario
la G se ha vuelto –¡un altar!–
la letra más popular
que tiene el abecedario.
Yo al menos ya me adapté
a que al entrar en acción
debo ser Indiana Jones
en busca del “punto G”.
Busco, busco y… ¡te encontré!
Y mi pareja… ¡ya… yaaaaaaa!
Pero ahora hay un “punto A”
que se coló en el menú.
¡Y también el “punto U”!
¿Y además el punto K?
¿Que además del “punto G»
también hay un “punto A”
y después un “punto K”
y un “punto U”? ¿¡Eso qué–é!?
¿Cuatro puntos? Yo qué sé.
Me pierdo en estos asuntos.
¿G? ¿A? ¿K? ¿U? ¿Cuatro puntos?
Qué complejo el sexo humano.
¡Esto es el Aleph borgeano
con todos los puntos juntos!
“Punto G” de gelatina.
“Punto G” de genital.
Gula. Goloso. Grupal.
Golfo. Gozo. Golosina.
Gusto. Galán. Goma fina.
Gonococia. Gigoló.
Geisha. Gallillo. Gachó.
Garito. Gamberro. Grande.
Glándula. Gónadas. Glande.
Ginecólogo y Gogó.
Y “punto A” de Ansia. De Anal.
De Antojo. De Anatomía.
De Afán. De Alcahuetería.
De Apúrate. De Animal.
A de Apetito sexual.
De adúlteros. De ¡Ah, no sé!
De Andrógino. De ¡Ay, ¿por qué?!
De Antojo, Atracción, Ardor.
Punto A de Amar y Amor.
De Afrodita y Astarté.
“Punto U” de Unión Sexual.
De Unorgasmo. Uretra. Untuoso.
Útero libidinoso.
Uréter y Umbilical.
Uranismo. U-vaginal.
Fuego Uterino. Undinismo.
Urófilo. Uretralismo
¡Punto U de tantas cosas!
Todas, ¡ufffff!, libidinosas.
Todas, ¡ufffff!, para lo mismo.
“Punto K” de karma y Kilo.
De Kermes y Karaoke.
De… ¡Ke riKo Ke me toKe!
De Kiero, Kéfi, tranKilo.
Kinesiólogo de estilo
Kilométrico… ¡Te amo!
¡Ke Kantiano Kilogramo!
¡Kamikaze del amor!
¿Képchup al Kiwi? ¡Ke Kalor!
¿K haces, Koala? ¡Ke te enKamo!
Y uno se hace (doy fe)
–todo el que nace varón–
la pregunta del millón:
¿Y dónde está el “punto G”?
Yo el día que lo encontré
por primera vez, qué talla,
abrí un champán, fui a la playa,
e hice fotos de conquista
como un feliz alpinista
en lo alto del Himalaya.
¿Dónde está? “Tranquilo, amor”,
dice ella, experta en sí misma,
y con tacto y con carisma
me da la lección mejor.
“Está en la cara anterior
de la vagina… No es nada
fácil verlo, pero en cada
entrada… pon más ahínco,
entre los 3 y los 5
centímetros de la entrada”.
Y cuando ya lo tenía
casi todo controlado
entre el placer y el pecado
¿le creció la anatomía?
¿Tres puntos más! ¡Madre mía!
¿Y separados, no juntos?
¡Qué endemoniados asuntos!
Dios, ¿por qué en este teatro
ella, puntos, tiene cuatro
y yo un solo busca-puntos?
Pero bueno, hay que joderse
en lugar de lamentarse
si uno no quiere quedarse
en paro antes de correrse.
Así que… si hay que ponerse
a estudiar, lo hago a raudales.
Busqué en todos los portales,
descargué más de un archivo
y pasé un curso intensivo
sobre puntos vaginales.
Dice el Doctor Chua Chee Ann
que el “punto A” (o “punto AFE”:
el del nuevo rifarrafe),
tiene un “efecto volcán”
en las hembras… Boomerang
erótico con inmensos
efectos… que pone tensos
los nervios y los placeres
para que así, las mujeres
tengan orgasmos intensos.
Pues salí a buscarlo, fino,
y el punto A lo encontré
encima del punto G
cerca del cuello uterino.
Me puse muy masculino,
con fiebre desorientada
Pero me ayudó mi amada:
“pon un poco más ahíncoque está a 7, 5
centímetros de la entrada”.
Con presión intermitente
subió la lubricación
y el nivel de excitación
fue brutal… y algo estridente.
¿La postura inteligente?
En cuadripedia. Así evoco
al misionero. Qué loco.
Y es mejor cuando la amada
coloca un cojín o almohada
que alce su pelvis un poco.
Se le llama “punto U”
porque está junto a la uretra
(no por donde se penetra:
no seas salvaje, ofú.)
Es muy sensible. Di tu.
Juega un rol excepcional
en juegos de sexo oral.
Aunque también puede ser
que intensifique el placer
su estimulación “manual”.
Pero ¡ojo!, mucha presión
sobre el “punto U” es molesto.
Así que… atención con esto:
cógele “el punto”, varón.
¿Dónde se encuentra? En unión
de uretra y clítoris. Bien.
Así, en su búsqueda ten
en cuenta, como los sabios
que hay que separar labios…
tuyos… y de ella también.
¿Posturas? Anota ahí.
La amazona enamorada:
tú echado y ella sentada
a horcajadas sobre ti.
Que se balancee, así
facilita la fricción
mientras hay penetración:
un erótico self-services
(clítoris-uretra-pelvis)de frotación-restregón.
Y por fin, el “punto K”
(o “pasaje misterioso”).
Según Kesling, más gozoso
que los puntos “G”, “U”, “A”.
¿Que este punto dónde está?
No seas desesperado.
Se encuentra medio velado,
en zona de retroceso
y por lo tanto, su acceso
es bastante complicado.
Según Keesling –qué entusiasmo–
si el punto K se estimula
toda mujer “eyacula”,
consigue un “súper orgasmo”.
Suelo pélvico y espasmo.
Káiser. Kimono. ¡Yastá!.Kilovatio. Kurdo… ¿Ya?
Kilohercio. Kan. Ke raro.
Se sube al Kilimanjaro
a través del punto K.
¿Posturas? Las que permitan
la penetración profunda.
Ella en cuclillas, rotunda
sobre él. Y ambos se excitan.
Ella manda. Necesitan
que ella dirija la empresa.
¿Otra? “Alza los pies, belleza,
ábrete, provoca asombros:
pon tus piernas en mis hombros,
flanquéame la cabeza”.
Pregunto, mujeres guapas,
y atiendan lo que pregunto
que este es el “punto del punto”
para todas las etapas:
si hay mapamundis y mapas,
con los puntos cardinales,
¿por qué en los actos sexuales
no nos entregan, ¡por Dios!
un “vagimundi” con los
cuatro puntos vaginales?
¿O un Atlas de la vagina,
o un librito de instrucciones
con todas las direcciones
de la fiebre femenina?
Maquetas de plastilina
para practicar en casa.
Prototipos –y no es guasa–
módulos señalizados
con los puntos “apuntados”.
¡Después pasa lo que pasa!
No somos amantes verdes
ni pervertidos presuntos.
Es que ahora, con tanto puntos,
entras, sales y te pierdes.
Yo –¿y por qué tus labios muerdes?–,
una persona estudiosa,
y como mi pobre esposa
lo pasa muy mal –supongo–
la próxima vez me pongo
una brújula en la cosa.
Llevo meses estudiando
toda esa cartografía
de sensual anatomía:
ese mapa húmedo y blando.
Sigo sin tener el mando,
es bastante resbalosa.
Mas yo para que mi esposa
no lo pase siempre mal
voy a ponerme al final
una brújula en la cosa.
¡O un GPS! ¡Mejor!
Una App inteligente
que guíe a mi “yo turgente”
cuando está haciendo el amor.
Un ¡Tomtom-sex!, sí señor.
Un radar-sex sibilino,
aunque escuche mi vecino
cada noche que me pierda:
“su destino está a la izquierda”
o “ha llegado a su destino”.
Y ahora que soy un experto
en el mapa vaginal,
como hay pandemia mundial
y el paro es un hecho cierto;
como tengo tiempo muerto
y, al fin, todos son iguales…
voy a dar cursos virtuales-
de vídeo o de solo voz-
sobre cómo encontrar
los“Cuatro Puntos Vaginales”.
Solo tengo una pregunta
y en voz alta la pregunto:
llegados hasta este punto,
¿quién se apunta?
Alexis Díaz Pimienta